2024-03-29 [Num. 976]


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Columnistas  - Quién lo Creyera

Jack Goldstein

Jack goldstein
Por Jack Goldstein
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(Bogotá, 1969). Bachiller del Colegio Colombo Hebreo (1986) y B.S. Cum Laude en Economía de la Universidad de Pennsylvania (1991). Durante 15 años fue floricultor desempeñándose también como Vicepresidente de la Junta Directiva de Asocolflores. Los últimos 20 años se ha dedicado a la hotelería gerenciando Lancaster House, un hotel y centro de convenciones en Bogotá. Es miembro del Centro Israelita de Bogotá y de organizaciones como AJC, KKL y la Fundación Mazal. Ha sido escritor frecuente en Hashavua y es Director de Limmud-Bogota. También ha estado vinculado con algunos procesos de desarrollo de comunidades emergentes en Colombia y de diálogo interreligioso. Entre sus pasiones está la historia del pueblo judío y los viajes extremos por el mundo (Top Ranking en www.thebesttraveled.com). Sus anécdotas de viaje hacen parte del libro “Chasing 193. Vol II. The Quest to Visit every Country in the World”.

Retos futuros en las relaciones con iglesias sionistas cristianas

2019-07-09

Creyera

¡Nos quieren! Difícilmente nos ha sucedido esto en los últimos dos milenios. La actual relación con varias iglesias evangélicas (no todas) puede asimilarse, en términos futbolísticos, a ver a la fanaticada del Santafé haciéndole barra a Millonarios; esa curiosa y única realidad donde una religión es hincha de la otra. Si somos de Millonarios, creo que debemos ser agradecidos y aprovechar la coyuntura, en el mejor de los sentidos. Vivimos épocas suigéneris y eso amerita un comportamiento de parte nuestra del mismo calibre. Génesis 12, ese capítulo que habla de las bendiciones para quienes nos bendicen, ha sido finalmente asimilado. Quienes creen en la promesa bíblica, buscan su recompensa celestial defendiéndonos a capa y espada. Si es difícil medir la recompensa que los cristianos sionistas han recibido, apuesto a que nosotros nos hemos beneficiado más por el apoyo que de ellos recibimos. Siempre tan racionales, seguimos convencidos que debemos ganar el debate político con argumentos legales o históricos, y nos queda difícil entender que el que vamos ganando está en el campo de la fe y las pasiones.  Amerita entonces analizar los motivos que generan ese apoyo y las variables que pueden hacer cambiar esa postura sionista en el futuro.

Los 2.000 años de cristianismo nos han sido principalmente nefastos y crueles. Por 500 años, la relación con el protestantismo ha sido frecuentemente difícil.  Pero desde la creación del Estado de Israel y con el tufillo que dejó la Shoa tanto por la acción o la omisión de iglesias y sus líderes, las relaciones se han ido recomponiendo. Bien sea por pena, por teshuvá o por motivos proféticos, los lazos de amistad se han estrechado, especialmente con protestantes, menos proclives ellos a asumir la teología del Reemplazo que reza que el nuevo pueblo elegido es el cristiano, y más distantes del concepto de nuestro pecado colectivo y eterno por el supuesto deicidio. Desde los albores del sionismo moderno, varios pastores evangélicos manifestaron su apoyo a nuestra causa; ese cariño y admiración también corrió por las venas de los padres de la república americana y de figuras como Balfour y Churchill. Desde hace muchos años, los 60 millones de evangélicos en Estados Unidos, han conformado un bloque político importante que decididamente ha apoyado al partido Republicano, a AIPAC y más recientemente al presidente Trump, a quien consideran una especie de Rey Ciro, redentor del pueblo judío en cautiverio, y quien nos conduce a la reconstrucción de Jerusalem como centro político del pueblo judío.

Estoy seguro de que nuestros amigos cristianos dirán que la unión es eterna, y de corazón les creo su sentir. La Marcha de la Vida; la Marcha en Jerusalem durante la fiesta de Sukot en Jerusalem; su activa defensa de nuestra causa en diarios, plazas y universidades; sus campañas de Hasbará; las siembras de árboles con el Keren Kayemet; su decidido lobby político en Estados Unidos y en tantos otros países; su apoyo histórico a los judíos soviéticos; sus multimillonarias donaciones al Estado de Israel; su positivo impacto en el turismo a Israel, especialmente en épocas difíciles, como durante las Intifadas: y el noble apoyo con la aliya de tantos, son evidencias fehacientes de su compromiso con nosotros. No se me ocurre un momento histórico tan privilegiado como el que vivimos ahora.  La doncella antes repudiada y ahora cortejada no sabe si creer en el amor verdadero.

Del Pew Research, al que acudo con frecuencia para extraer datos estadísticos, les comparto algunas cifras relevadoras que describen el nivel de apoyo con el que contamos entre evangélicos:

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Pero no todo es perfecto. ¿Será que querrán convertirnos? ¿Será que, si le apuestan a nuestra conversión, pero no sucumbimos, seremos entonces perseguidos como Lutero hizo cuando vio que el alma judía permanecía inquebrantable? Entre ellos existen quienes, fieles a su vocación evangelizadora, esperan el momento en que aceptemos a Jesús como Salvador. En mi experiencia, solo una vez viví de frente esa situación, pero vino de alguien marginal dentro del movimiento evangélico. Por el contrario, son cientos los casos de personas, eventos, y situaciones que me han dejado anonadado. No obstante, nos es complicado pensar que existan personas quienes voluntariamente quieran ayudarnos, exponiéndose ante nuestros enemigos y defendiendo nuestra causa por delante de nosotros. Nos incomoda ese cariño y admiración porque ni ellos entienden lo particular de su posición. Para los cristianos sionistas, su posición es natural y no excepcional. 

Considero que las condiciones históricas son hoy diferentes a las de Lutero. Hace 500 años nos buscaban para crecer un novato movimiento anticatólico. Hoy nos quieren porque estamos protagonizando los últimos capítulos hacia la redención final. Además, para algunos, constituimos la vanguardia en la guerra de civilizaciones contra el islam. Pero el romanticismo que llegó después de la Shoa y con el establecimiento del Estado de Israel puede desvanecerse por el juego de ciertas variables. El tiempo nos dirá qué efecto tendrán éstas sobre el filosemitismo y sionismo de las iglesias. Algunas realidades que debemos considerar son las siguientes:

  • La juventud evangélica es menos teológica que la anterior. Los millenials, incluso entre religiosos, son menos apasionados con la doctrina, y en cuestión de par décadas se convertirán en líderes o dejarán de activar dentro de sus iglesias.
  • La juventud está tornándose más demócrata y socialista, movimientos políticamente cada vez más distanciados del sionismo y cercanos a la causa palestina.
  • La presidencia de Trump puede desencadenar una reacción en contra de todo lo que ha representado. Podemos estar a menos de dos años de la instauración de un gobierno que, en aras de arrasar todo lo que Trump haya hecho, nos cobrará una cuenta muy cara.
  • En la medida en que las iglesias evangélicas crecen, su población se hace más diversa. Estudios muestran que mientras menos blanca la feligresía, más susceptible a no ser tan sionista, al menos en los Estados Unidos.
  • Las iglesias evangélicas no-sionistas, como las bautistas, bautistas del sur y presbiterianas, siguen creciendo y afianzando sus posicione en pro de BDS. En menor escala, también dejan mella las iglesias con vínculos demográficos en Palestina, como la anglicana, que responden al clamor de su feligresía.
  • El riesgo de la transversalidad, esa teoría social que dice que todo está interrelacionado, nos acerca a lo indeseable y nos aleja de lo deseado. Este es un arma de doble filo porque quienes están a favor de causas nobles tienden a identificarse con los pobres y desaventurados, que en este caso resultan ser los palestinos. De igual manera, no compartimos necesariamente los mismos puntos de vista en temas sociales. La interseccionalidad hace que nos encontremos en diferentes costados del discurso político. Por ejemplo, nuestra postura liberal en temas sociales tiende a ubicarnos del lado de la defensa del aborto y los derechos de los homosexuales, cosa que no es bien vista entre evangélicos.
  • Los evangélicos sionistas son mucho más conservadores y radicales en temas de Israel que el promedio de la judería mundial, lo cual puede llevarnos a posiciones curiosamente opuestas, y llevarnos a intransigencias a la hora de negociar acuerdos. Igualmente, los conceptos de Hasbará no son necesariamente los mismos y pueden ser incluso contradictorios y contraproducentes (La palabra de Dios no es argumento legal).
  • El desgaste. ¿Cuánto tiempo podrán esperar al retorno de su Mesías sin demandar un cambio en nuestra actitud? Para estándares divinos, 70 años pueden ser pocos, pero la historia viene cargada de ejemplos donde la frustración de visiones mesiánicas se torna en movimientos apocalípticos con graves consecuencias.

En últimas, el reto está en mantener la alianza sólida, respetando nuestras diferencias y concentrándonos en los puntos de comunión. 

Bibliografía:

 



Comentarios de los lectores




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Danny Voll
Excelente análisis Jack. Gracias por escribirlo! Como cristiano sionista, me fascina el tema. Voy a pensar una buena respuesta. Mientras tanto quisiera invitar a todos los amigos de HaShavua a visit...
Leer más 2019-07-11