2024-03-28 [Num. 976]


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Columnistas  - Reflexiones en Sión

Yaacov Amar Rothstein

Yacov rothstein
Por Yaacov Amar Rothstein
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Nacido en Bogotá, Yaacov Rothstein fue ex-mazkir de Kineret Tnuat Noar y ex-alumno del Colegio Colombo Hebreo. A los 18 años hizo aliá y realizó estudios de agricultura Hi-tech en Sde Eliyahu. En Jerusalem realizó estudios de Tora con los alumnos directos de Rav Kook z"l. Prestó servicio militar como combatiente en las fuerzas especiales del Ejército Israelí. Actualmente es representante de las Juventudes Sefaradíes en la Organización Sionista Mundial, conferencista, asesor de la organización Bodedim BeYachad y estudiante de ingeniería en la Universidad Ben־Gurion.

¿La democracia tiene límites?

2018-07-04

Jerusalem kotel

Después de mi última vivencia me he cuestionado cuál es la frontera de la libre expresión. Amo y estoy orgulloso de que Israel sea una isla de democracia, pero ¿tenemos delimitadas nuestras propias líneas rojas?

Hace unos días, un amigo que estudia conmigo en la universidad me preguntó que si quiero ayudar a hacer “contra peso” en una manifestación. Era 15 de mayo, fecha en que los árabes protestan el día de la Nakba (traducción de “catástrofe” en árabe). Mi amigo dijo que vendrían muchos anti-sionistas a protestar pero muy pocos del lado pro-Israelí. Así que aunque no me sobra el tiempo decidí unirme.

Eventualmente llegué con mi amigo vistiendo camiseta blanca, pantalón azul -como los colores de nuestra bandera-, energético y atento por si los manifestantes anti-Israel se ponían violentos (ya que es lo que suele pasar en este tipo de protestas).

La protesta, compuesta de unos 50 árabes y uno que otro judío, tomaba lugar en la entrada de la universidad. Todos eran estudiantes al igual que mi amigo y yo. Ellos llevaban carteles en árabe con frases sobre la Nakba, algunas banderas palestinas y bramaban cantos en árabe al unísono. Debido a mis bases en dicho idioma, logré entender algunas de las barras que entonaban: “Desde el río hasta el mar palestina será libre”, luego cantaron “intifada intifada”, luego coplas apoyando a Hamas y en ocasiones se pronunciaba un “muerte al sionismo”. 

Mi amigo, yo y otros cinco que estaban del lado Israelí, para hacer contra-peso, entonamos también al unísono “Am Israel Jai” y canciones por el estilo. Y como es costumbre, en ocasiones se ladraban agresivas críticas los unos a los otros. En un punto de tensión la policia intervino separando a las contrapartes de la manifestación por medio de una de esas cintas rojas de seguridad. Así nos mantuvimos por al menos 90 minutos.

Y fue justamente al final cuando realmente me exalté. Cuando terminaron la protesta de la Nakba, recogieron sus pancartas en árabe, sus maletas y sus gritos. Caminaron unos pocos metros y entraron a la universidad “como Pedro por su casa” para seguir estudiando. Así no más. Los mismos estudiantes que segundos atrás estaban llamando a una tercera Intifada, regresaron a las aulas para seguir gozando de la democracia Israelí.

Es absurdo, pero así es la democracia aquí en Israel: puedes estar totalmente en contra del gobierno y aún así gozar de sus privilegios. Pero me cuesta entender la idea de alabar a Hamas y a la vez condenar la democracia que nos beneficia a todos.

Le pregunté sobre el tema a Carlos Bigio, otro joven estudiante nacido en Colombia, también ex-soldado del Tzahal y cuya familia es activa en nuestra comunidad. Me dijo: “Las universidades se han convertido en lugares muy amenazantes y hasta peligrosos para estudiantes sionistas”. Suena absurdo, pero me comentó que incluso él ha recibido amenazas después de una protesta.

Es desconcertante que esto ocurra en Israel. Es incluso incoherente. No obstante, aunque parezca que la academia israelí esté pasando por transiciones ideológicas de forma negativa, creo que debemos analizar con calma lo que ocurre. He escuchado muchas críticas contra la academia o contra la democracia israelí, pero discrepo y estoy seguro de que todo este fenómeno es una señal para que nosotros como sociedad despertemos y nos cuestionemos.

Como judíos al rededor del mundo siempre hemos estado orgullosos y honrados que el Estado de Israel tenga tal nivel de libre expresión. Quizás sea por tanto amor a la democracia que hemos dejado el tema a un lado:

¿La democracia tiene límites?

Le dejo la pregunta a usted, querido lector y lectora, y lo/la invito a tomar parte en la construcción de un Israel cuya democracia sea inigualable. Beezrat Hashem, que las futuras generaciones puedan gozar de autentica libertad.

להיות עם חופשי בארצנו



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