2024-05-02 [Num. 981]


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Artículos  - Comunidad Colombiana

Marlene Himerlfarb

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Por Marlene Himerlfarb
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Colaboradora de los periódicos, El Correo, El Mundo, suplemento dominical El Colombiano, (Medellín), suplemento dominical Estravagario del Periódico el pueblo, (Cali) Revista Carrusel, Elenco y suplemento dominical de El Tiempo, directora de la biblioteca del Colegio Unibán en Apartadó, profesora de literatura infantil en el jardín infantil Consentidos, directora y editora de la revista Hamerkaz, colaboradora de Hashavúa, guión y montaje de obras de teatro en el Beit Avot Participación en la Feria Internacional del Libro en Bogotá, 2017 y 2018 Obras publicadas: historias encontradas 2.004, cuento infantil Elephantus 1/ 2016 y Elephantus 2 en el 2018

En el Theodoro Hertzl se respira judaísmo

2024-02-14

Cth

En La diáspora también lloran por Israel.

El día antes de viajar de regreso de Medellín a Israel, había una conferencia sobre la situación después del 7 de octubre, en la Unión Israelita de Beneficencia, el nombre que lleva la comunidad hebrea de Medellín, esa comunidad sui generis que me vio nacer. A mi hermano lo invitaron a participar con un aporte desde el punto de vista de un colombiano que reside hace muchos años en Israel.

Su aporte fue un interesante complemento a la charla dictada por un comunitario que estudió en Israel y que viajó hace un par de meses como voluntario a apoyar al país durante la guerra, y por la rectora del colegio Teodoro Hertzl, del cual soy una orgullosa exalumna, Nidia Londoño, quien fue invitada a visitar Israel. Hizo parte de la delegación de los colegios hebreos latinoamericanos, para que observaran de cerca la situación y pudieran implementar cambios que se adecúen a la educación de los niños, en estos momentos difíciles que vive nuestro querido país.

Muy interesante fue ver la posición y el amor que hay en la diáspora hacia Israel. Tanto los expositores, como los asistentes a la conferencia, reflejan un gran compromiso y lazos muy fuertes con Israel.

Cuando digo que el colegio es sui generis es porque tiene características muy especiales. Es un colegio judío, con mayoría de alumnos no judíos, pero son familias que aman a nuestro pueblo y tienen la confianza de que sus hijos reciban un tipo de educación basado en valores y principios del judaísmo. Está catalogado como uno de los mejores colegios de Medellín por su nivel académico y además el colegio sostiene a la comunidad. No hay cupos hasta el 2026. La recomendación es que cuando una pareja decida formar una familia, se inscriba y así tal vez cuando tengan hijos, puedan estudiar como yo en el Theodoro.

Nos contó Nidia que los jaialim (soldados) le cantaron iom juledet (feliz cumpleaños) en una de las bases militares que visitó.

Samuel expresó el horror por esta dura comparación con el HOLOCAUSTO y su solidaridad total con Israel, donde recogió frutas, empacó productos en supermercados y se dio largos abrazos con los sobrevivientes de esta tragedia que partió la vida de Israel en dos.

Antes de terminar la charla, la rectora invitó a hablar a un joven estudiante que se identificó como el personero del colegio. Simón, un muchacho maduro y emprendedor fue el vocero de la comunidad estudiantil, en estos momentos de angustia que se vivieron en la diáspora, a raíz de lo sucedido el 7 de octubre. Fue el encargado de transmitir tranquilidad a esos padres temerosos de que sus hijos asistieran al colegio portando el uniforme escolar y que pudieran ser identificados como alumnos del colegio hebreo,  o llevando colgado de su cuello un Maguen David.

Les transmitió un mensaje muy aceptado por todos,  de que no había que tener temor, sino todo lo contrario, seguir siendo orgullosos de su judaísmo o de su amistad con los judíos, para los que profesan una religión diferente. Fue muy lindo ver como en la diáspora hay un apoyo muy grande y un gran sentido de identidad por el estado de Israel. Sin diáspora no hay Israel y sin Israel no hay diáspora.

Como se imaginarán cuando me subí al avión de regreso tenía sentimientos encontrados. Mientras los demás pasajeros organizaban su equipaje de mano para acomodarse en sus sillas, yo ya estaba sentada y ya me habían saludado los encargados del vuelo con el tradicional shalom, brujim abaim (hola, bienvenidos) y yo sentada en mi silla, a punto de abrocharme el cinturón y me sentí llorando. Despidiendo ese pasado que me acompañó hasta ahora, cerrando un ciclo de vida y emprendiendo el viaje de regreso a este país que hace un poco más de un año nos vio llegar. Lloré por la despedida de mi familia, por dejar a mis padres enterrados en Colombia, mi país de origen y por el sentimiento patrio que me produce volver a Israel. Por viajar en El Al, la aerolínea israelí donde se siente uno como en casa.



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