Mi amiga Ida Gutstadt me reenvió un artículo del New York Post publicado hace un par de años, sobre las manifestaciones nazis que ocurrían por los años 38/40 del siglo pasado en las calles de New York y en verdad la única diferencia real que encontré entre estas y las manifestaciones palestinas en New York, fue únicamente la vestimenta, el orden, el colorido, nada de fondo solo de forma.

Ya antes de la SGM, por los años de 1938, había en Estados Unidos y muy puntualmente en New York, un grupo enorme de alemanes pro-Hitler instalados cómodamente y con todos los derechos en New York, así como los pro-palestinos de hoy. Una buena parte de los pro-Hitler se formaron como activistas políticos en una agrupación llamada “Federación alemana-estadounidense”, llamada por algunos  “El Bunde” que juraba lealtad a Alemania, igual que los palestinos en NY apegados a una reciente lealtad al interés palestino de deshacerse del pueblo de Israel. Algunos son parte de la política e incluso en el parlamento estadounidense donde luchan fervientemente… por los derechos palestinos -delegando en segundo término los de Estados Unidos (ver historial de la congresista de los EEUU, Rashida Tlaib o más vistoso el alcalde elegido de NY Zoran Mamdani)-.

Cualquier frase que hace que se sienta una afrenta a la moral y a los principios sirve, de esta manera el grito de batalla de los nazis en NY era: “los judíos son una amenaza para la democracia”, así como el grito de batalla de los palestinos hoy es “Desde el río hasta el mar”, para decir que Israel es la tierra que les pertenece a ellos por “justicia moral”.

Por supuesto, la frasecita palestina, viene con la ayuda de las informaciones modernas, fake news, fake fotografías y videos, que sirven de sustento para que esta nueva tendencia cale más en las mentes susceptibles e ignorantes de la historia como los jóvenes “Woke” que desean sentirse “conscientes de la injusticia humana”. Ojalá se dieran cuenta que su manifestación es exactamente la injusticia que ellos predican, así como lo era la frasesita de los hitlerianos.

En ambos casos las autoridades no podían hacer nada al respecto, debido precisamente a la democracia y la primera enmienda de los Estados Unidos que les permite y garantiza las libertades de expresión y prensa.

Imagen de la Izquierda Diario

En ambos casos descubrieron la manera de combatir estos excesos en los que en la vida real limitaban (y limitan) y pisoteaban (y pisotean), los derechos de otras minorías, en este caso de los judíos y también del resto de los estadounidenses no judíos, porque la polarización, la violencia y el odio, generan un malestar general además de un riesgo de seguridad real a todos.

Los nazis habían empezado a acumular incluso armamento estando en Estados Unidos, al igual que los pro-palestinos en Estados Unidos, -también en Europa-, utilizados para agresiones antisemitas. Hoy vemos, por ejemplo, el caso en Estados Unidos del cruel asesinato a Charlie Kirk, no judío pero que simpatizaba con la causa y ataques a judíos en todo el mundo o simpatizantes en cualquier campo, sea político, deportivo, artístico, musical, etc.

En la época nazi en EEUU, a un famoso juez, Nathan D. Perlman, que sabía que no podría por la vía legal prohibir nada, se le ocurrió pedir ayuda a lo que hasta el momento había sido la pesadilla de los americanos: los gangsters, entre ellos algunos famosos judíos como Buggsy y Lansky. A este grupo se unieron también boxeadores profesionales y otros personajes, quienes se dedicaron a atacar físicamente a estos nazis hasta debilitarlos totalmente impidiendo la contaminación nazi en Estados Unidos.

Este fue un proceso de varios años, pero se logró. Si desea abrir el artículo del proceso completo al respecto del New York Post puede abrir aquí.

Finalmente, los gangsters judíos y otros no judíos pero simpatizantes, protegieron la verdadera democracia que ha reinado en los Estados Unidos.

Imagen del New York Post

Hoy no se recurre a los gangsters, pero hay un presiente en Estado Unidos que conoce perfectamente la ley, que piensa con la cabeza y que tiene la visión de justicia clara, no como los supuestos “Woke”. El presidente Trump, puede que no hable lindo muchas veces, no es un político ni un diplomático. Él sabe que la Primera Enmienda, en la que se refugian los asaltantes pro-palestinos dice que:

“Se garantiza las libertades fundamentales de religión (prohibiendo una religión oficial y protegiendo su práctica), expresión, prensa, el derecho a reunirse pacíficamente, y a pedir al gobierno la reparación de agravios, estableciendo que el Congreso no puede legislar para restringir estos derechos. En resumen, protege la libertad de palabra, prensa, religión, y asamblea, siendo vital para la democracia y la participación ciudadana”.

Resulta que las leyes contra discriminación cubren también la protección a los judíos y sus derechos, por eso Trump se atiene a estas leyes porque el boicot a cada judío va en contra de la legislación estadounidense. Cada vez que hay manifestaciones “pro-palestimas” se altera el buen funcionamiento de universidades o cualquier otra institución, perjudica los derechos de ciudadanos estadounidenses de judíos o simpatizantes.

Esto lo tiene claro Trump.

Ciudadanos extranjeros, que aunque se hubiesen nacionalizado, pero actúan de manera que vaya en contra de los derechos de otros ciudadanos, van en contra de la constitución americana y deben ser penalizados.

Queridos lectores, un presidente puede hablar muy bonito, ser muy filosófico, diplomático, decir muchas cosas (incluyendo mentiras, bellamente decoradas para que se vuelvan creíbles, especialmente para un público que ignora la historia o los hechos), y llevar a un país al caos. En verdad, yo prefiero al presidente que va diciendo lo que piensa, que a veces dice barbaridades, pero que su acción es la de defender lo que hay que defender y la de colocarse en el lado de la justicia y la verdad y defenderla a capa y espada.

Es la verdad la única que va a llegar a la verdadera justicia.