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¿Genocidio? ¿Cuál genocidio?

Por: Marcos Peckel

Es muy sencillo y no da lugar a interpretaciones. Israel no ha cometido genocidio en Gaza.  Fue una guerra que Israel no empezó, ni quiso.

Reconfortantes las imágenes de ayer de los últimos 20 rehenes israelíes vivos, de los 250 secuestrados hace dos años, salir a su libertad. Otros 28 asesinados en cautiverio regresarán en ataúdes. Con esa liberación termina la guerra que pudo haberse acabado hace meses si los rehenes hubieran sido liberados, algo que Hamás nunca consintió pues esa organización islamista radical se nutre del sufrimiento de su propio pueblo.

No se puede ni por un momento olvidar como comenzó este trágico capítulo, el más sangriento en este centenario conflicto. Fue una brutal masacre perpetrada por miles de terroristas de Hamás que penetraron desde Gaza a territorio soberano de Israel a asesinar a cuanto ser humano se les atravesará. 1200 personas fueron masacradas y 250 fueron secuestradas. A Israel le asiste el derecho a la legitima defensa, máxime cuando los lideres de Hamas en repetidas ocasiones han reiterado que el 7 de octubre será repetido una y otra vez hasta aniquilar al Estado Judío.  El deber de Israel   para con sus ciudadanos y habitantes es evitar que esto ocurra.

Ha sido una guerra cruenta que se prolongó por dos años debido entre otras a que Israel hizo grandes esfuerzos para evitar la muerte de civiles. Si Israel hubiera atacado de manera indiscriminada esto se habría acabado en semanas.  No olvidar que Hamas convirtió la franja de Gaza en guaridas terroristas incluyendo hospitales, mezquitas, escuelas y barrios residenciales en abierta violación al derecho internacional humanitario. Antes de iniciar cualquier ofensiva, como la última en la ciudad de Gaza, Israel permitió que los habitantes evacuaran antes de atacar. Igualmente facilitó la entrada masiva de ayuda humanitaria lo que va en contravía de intenciones genocidas.

El enemigo de Israel no es el pueblo palestino.  Israel lucha contra una organización, ese si genocida, tal como reza su carta fundacional, que gobierna de manera ilegal la franja de Gaza y que se mimetiza en la población civil a la que utiliza como escudos humanos, para acusar a Israel de su muerte.  Todas las guerras, especialmente contra actores no estatales dejan alto número de víctimas civiles, pero eso no las convierten en genocidio. Además, las cifras del supuesto “ministerio de salud” de Gaza no diferencian combatientes de civiles.

Israel no tiene la intención de eliminar al pueblo palestino.  Por el contrario,  ha  negociado acuerdos de paz  en diversas ocasiones, estrellándose siempre con el rechazo palestino a cualquier convivencia pacífica.

El desarme de Hamás y su no participación en el gobierno de la franja han sido exigencias de Israel desde el comienzo de la actual guerra y están consignadas en la segunda fase del plan de Trump que tiene como garantes a Turquía, Qatar y Egipto países con ascendencia sobre Hamás. De cumplirse estas condiciones el mayor beneficiario será la población palestina de Gaza que ha sufrido durante 20 años el yugo de Hamás y que podrá por fin comenzar a tener esperanza de un futuro.

¿Qué hay entonces detrás de la acusación de genocidio blandida por gobiernos especialmente de izquierda, organismos multilaterales y centros académicos?   Una evidente intención de dañar a Israel, de justificar el odio a los judíos y al Estado Judío usando una espuria acusación  “moralmente correcta”,  una acusación para justificar violencia contra ciudadanos de Israel y contra comunidades judías, y para deslegitimar al único Estado judío del planeta.  La aceptación por parte de Israel de la propuesta de Trump y el fin de la guerra defenestran esas acusaciones, el odio lamentablemente seguirá.