Imprímeme

La barba del hombre es su respeto

Por: Rabino Eliahu Birnbaum

Sobre experiencias cómicas que me pasaron por tener la imagen barbuda.

No todos los rabinos tienen barba. En países y en diferentes épocas, como en los países de Oriente y en Italia, había rabinos que no tenían barba. Por otro lado, tanto en el pasado como ahora, la barba es un símbolo en diferentes grupos en el pueblo judío y fuera de él. En el mundo religioso hay curas cristianos, sheijs e imanes musulmanes con barba. En la política, muchos sionistas continuaron teniendo la figura de Herzl y se dejaron la barba, los revolucionarios de Cuba y de muchos países aprendieron del Che Guevara y vieron en su barba el símbolo de la revolución y también en la parte cultural – la barba es un símbolo de reconocimiento para los Hípsters y también para los hombres Amish.

Como alguien que tiene barba desde mi época de Ieshiva y el ejército, quisiera compartir con Uds., mis múltiples experiencias que tuve en mis viajes por el mundo por culpa de mi barba. Muchas veces me identifican como cristiano, musulmán o revolucionario. A continuación, el detalle de mis experiencias en esa área.

Como la misma persona

¿Generalmente cuando visito las diferentes comunidades en el mundo, la primera impresión es “¿te dijeron que te pareces a Herzl?”. Solo hace unas semanas visité el hotel “Tres Reyes” a orillas del rio Rin en Basilea y me paré en el balcón famoso en el cual se fotografió Herzl y seguramente dijo su famosa frase: “En Basilea fundé Medinat Israel”. Cuando me acerqué a la recepción del hotel pedí sacarme una foto en el balcón de la habitación 106, en el lugar donde se paró Herzl. Generalmente se paga un precio por tener el honor de sacarse una foto allí, pero la gente del hotel me miró y estaban seguros que soy familiar de Herzl y me dejaron sacarme la foto gratis.

No siempre la gente me ve como el predictor del Estado de Israel. Cuando paseo por las calles en diferentes países de América Latina, como en Perú, Bolivia y Guatemala, países en que la población local no vió un judío nunca, la gente común me para en la calle y me dice: ¡cura, cura, bendígame! Hace unas semanas visité la ciudad de Antigua en Guatemala, una ciudad antigua del siglo 16, en la que hay muchas iglesias y hasta fue nombrada por Unesco como un sitio de interés mundial. Al caminar por sus calles me paró un grupo de curas que están paseando y con aplausos y mucho respeto me dijeron: ¡Eres tan parecido a Jesús!

De aquí aprendí que mi apariencia a Herzl no es la que domina, todo depende del ojo que lo ve. Hay quien ve un hombre con barba y lo imagina al judío Herzl y otros a un cura o a Jesús el cristiano.

Hace unos años viajé junto a mi esposa en el tren en Buenos Aires, la capital de Argentina, a La Paz, capital de Bolivia. En el camino, el tren paró en una estación de un pequeño pueblo de Bolivia; los empleados del tren avisaron que comienzan una huelga por 24 horas y el tren se quedará en el pueblo. Encontramos un pequeño hotel para ubicarnos allí y salimos a pasear a pie por el pueblo. Para aprovechar el tiempo quise entrar a una peluquería para arreglarme el pelo y la barba. El peluquero era ferviente cristiano y no vio en su vida un judío en el pueblo pequeño en el que vive y estaba seguro que yo era un cura y no estuvo dispuesto a cortarme la barba: “Es usted una persona sagrada y no puedo tocar los pelos de su barba”. Salí de la peluquería de la misma forma en la que entré.

Cuando salía del negocio, pasó por allí un joven que con rapidez me robo la billetera que tenía el bolsillo de mi pantalón. Mi primera reacción fue correrlo para salvar mi plata y llevarlo a la primera estación de policía que encuentre, pero muy rápido entendí que no podría conseguir alcanzarlo. Me surgió rápidamente un pensamiento… ¿Los no-judíos me ven como la imagen de un cura cristiano, porque no solucionar el tema de una forma cristiana, ya que “con engaños te harás la guerra”? Inmediatamente empecé a gritar al joven: “soy un cura, y si no tiras la billetera, Dios y Jesús te maldecirán y tu sangre estará sobre ti”. Luego de unos segundos el ladrón tiro la billetera. Es como dije, todo depende de cómo el otro observa mi barba.

Uno de ellos

Muchas veces los taxistas en el mundo que no saben sobre la ciencia de las religiones y sus características externas de las religiones, piensan que soy un cura cristiano o un sheij musulmán. Recuerdo que hace unos años visité una comunidad en Sofía de Bulgaria. Salí del hotel en taxi hacia la sinagoga y le pedí al taxista que me lleve a la SINAGOGA, pero él me llevó a una mezquita. Le pedí nuevamente que me lleve a la Sinagoga y él me llevó a la iglesia local. Entendí que no podría explicarle al taxista que soy judío, entonces pedí llegar a la sinagoga judía – al Beit Hakneset, por lo que me bajé del taxi y seguí a pie hasta la Sinagoga.

A veces la barba larga causa determinado efecto peligroso y muchas veces ayuda a mantener una seguridad personal. Durante la Guerra del Golfo y luego de este viaje a diferentes lugares en el mundo y muchas veces me llamaron Bin Laden. También hoy día en Europa la barba muestra una imagen de cara de judío y hay personas que tratan de ocultar su identidad al sacarse la kipá o afeitarse la barba. Por el contrario, al viajar a países musulmanes, como Egipto, Kurdistán, Jordania, Túnez, Marruecos y otros, la barba me hace parecer a la población local. Solo me hace falta ponerme la kipá musulmana y ya me siento en casa.

Hace unos años estaba paseando por las calles repletas del Shuk central de El Cairo en Egipto, para llegar a la sinagoga del Rambam que se encuentra dentro del Shuk. Luego de varios minutos me perdí dentro del tumulto y realmente sentí miedo, pero muy rápidamente me di cuenta que no me ven como un judío o israelí que está traspasando limites, sino que estaban seguros que era un buen musulmán o incluso un radical y todo por la barba. No es la barba lo que importa sino los ojos de la gente que observa la barba y por eso el dicho: “setenta caras para una barba”.