Imprímeme

Mi camino como judío

Por: Rafael Talmi

Comentario de David Behar:

Esta es otra historia que habla de las dificultades de muchos para acceder a nuestro estilo de vida. Y nos enseña que el espíritu humano siempre buscará soluciones a sus necesidades. Por este  tesón por lograr sus sueños,  esta familia, superando todos los obstáculos,  ha aportado correligionarios que  son parte de la vida diaria de nuestro pueblo en una perfecta asociación con nuestras costumbres. David Behar.

Todo inicia en mi niñez. No entendía por qué todo lo inherente al judaísmo me atraía; su historia, la creatividad y enorme capacidad de su gente, el moderno estado de Israel, la emoción de sus victorias militares, todo ello, sin haber tenido contacto con nada que representara al mundo judío.

En septiembre 21 de 1.997, asesinan a mi hijo Esteban de 17 años en un atraco y desde ahí surge en mí la necesidad de buscar respuestas espirituales a los problemas de mi vida. Los dos años siguientes fueron de terrible dolor y vacío por el duelo, en los que traté de obtener respuestas en los sermones, y en el estudio cada vez más profundo de la biblia, ayudado por publicaciones de Judaismohoy.com en internet.

Con amigos del Táchira nos unimos en busca de soluciones. Fue una época difícil, por cuanto entre más estudiábamos, más rompíamos paradigmas y más se desdibujaban aquellas "verdades fundamentales" religiosas con las que crecimos. Cualquier folleto, libro, o artículo judío que caía en nuestras manos era fotocopiado,  estudiado y devorado en detalle.

Estudiábamos la Parashá semanal, halajá, nos circuncidamos, empezamos a guardar Shabat, celebrábamos las festividades, rezábamos en español con una copia del sidur HaMerkaz. Sorpresivamente, cuando las familias judías tradicionales del Táchira se enteraron, demostraron un rechazo incomprendido por nosotros y cualquier ayuda solicitada fue negada tajantemente.

Ante esta disyuntiva nuestro grupo se planteó qué hacer. De esta manera  recurrimos al Rab. Shmuel Cywiak quién había sido el Gran Rabino de Venezuela durante el primer gobierno de Carlos Andres Perez.  Rab. Cywiak, era primo de Rab. Moshe Feinstein, en otra época Gran Rabino de Israel, y de quien había recibido su semijá. Ya en ese tiempo en 1.998, vivía en San Agustín, Florida, en donde era el  Rabino de la sinagoga más antigua de Estados Unidos. Este designa, al Jazán por muchos años de San Cristóbal, Moshe Orfalí, para que fuera nuestro instructor en el Ulpan Guiur. La comunidad tradicional de San Cristóbal, reacciona desvinculando a su antiguo Jazán y trataron por todos los medios de evitar nuestra conversión la que, a pesar de todo, felizmente logramos 28 correligionarios  en diciembre de 1.999.

Un buen día en 2.002, Moshe Orfalí nos preguntó, ¿por qué no se van para Israel? Cómo, y ¿es que se puede? Y ¿qué hay que hacer? Así Moshe viaja a Caracas para interceder por nosotros y el sheliaj de la Sojnut de ese entonces se negó a sus peticiones. Sin embargo Moshe se consiguió una copia de los formularios para aplicar a la Aliyáh a Israel. Decidimos fotocopiarlo, tomarnos la foto, llenar los formularios y enviar de nuevo a Moshe Orfalí a Caracas. La comunidad tradicional de San Cristóbal se enteró, escribió, llamó, mando emisarios a la Sojnut para evitar nuestro "despropósito". El sheliaj nunca lo recibió, pero Moshe se las arregló para que al menos nuestras carpetas quedaran encima de un escritorio de la Sojnut.

A finales del 2.003 llegó un nuevo Sheliaj. En su viaje preliminar a Caracas, vio sobre su escritorio nuestras carpetas y se dijo a sí mismo, que cuando se posesionara serían los primeros contactos que haría. En Agosto de 2.004 emigramos los 28 a Israel.

Mis hijos, Josué y Raquelita y los demás jóvenes llegaron al kibutz de Yavne y sus padres a Bet Canada en Ierushalaim. Un año después mi hijo Josué se enroló en el ejército israelí, y estuvo en la guerra del Líbano en 2.006 defendiendo con su vida Eretz Israel. Raquelita no prestó el servicio militar por ser religiosa. Todos los 28 hicimos nuestra conversión en la Rabanut ante el Tribunal Ortodoxo de Ierushalaim en septiembre de 2.005.

Por motivos laborales, yo regresé a Colombia en 2006. Mi estatus de inmigrante mayor, que no manejaba bien el idioma hebreo y mi duro trabajo como obrero de construcción me llevaron a tomar la decisión de seguir mi vida como ingeniero civil en Colombia. Mis hijos se quedaron.

Hoy ambos están casados y tienen bellos hogares. Josué se casó en 2014 con Leah Benamor, bella dama inmigrante de Gibraltar, y hoy trabaja en la empresa de seguridad del tren urbano en Ierushalaim. Y Raquelita casada con Moshe Lifshitz, israelí de origen Suizo, hijo del Rabino Itzjak Lifshitz de Pizgat Zev y miembro de familia rabínica litiu de Padre, Abuelo y Bisabuelos Rabinos. Soy un feliz abuelo entre otros, de dos niños israelíes, Zeev Jaim y Noam David Lifshitz Talmi. Raquelita es bióloga y trabaja en el laboratorio de un hospital en Ierushalaim.

Dos de mis hermanos hicieron Aliyáh conmigo. Ran Talmi, quien vive con su esposa e hijos en Gedera, e Inmanuel Talmi con su esposa e hijos en Shoam. Ambos trabajan para EL AL, la empresa israelí de aviación. Mis sobrinos todos han estado en el servicio militar. Eitan en la Mishtará en la que trabaja hoy en día en las zonas de fronteras, Nicol también en la Mishtará y Oren quien todavía está en el ejército, estuvo en Gaza este 2.014 como miembro de un escuadrón de tanques.

De regreso en Colombia, ayudé a fundar la comunidad Merkaz HaTorah de Cúcuta, con el objetivo de aglutinar las personas con intereses afines a los nuestros  y conformar una comunidad donde pudiéramos practicar nuestra vida como judíos.

En un principio, y dada la disparidad económica del grupo, entendimos que los más pudientes deberíamos absorber los gastos de los que buscaban  convertirse al judaísmo, como ha sucedido en la mayoría de nuestras comunidades Colombianas, pero en el caso de Cúcuta, el problema se acrecienta ya que muchos son los que no disponen de recursos. Keren Ierushalmi y sus hijos Iaakov y Jana viven en una casa en que su único muro de ladrillo es el frente. Las paredes laterales son las de sus vecinos y su casa por dentro es de palitos, tablas, cartón, zinc y cortinas de tela vieja en un barrio que nació como invasión. Vive de hacer y vender pasteles con ingresos que muchas veces no alcanzan a la mitad del sueldo mínimo en Colombia. Pero su lote tiene solar, y allí construimos, compartimos y hemos sido felices en la Sucá por varios años. Pero Keren es afortunada porque algo tiene. Otros  ni un rancho así,  que pudieran llamar su propiedad.

Como toda comunidad nueva, Merkaz HaTorah tiene enormes necesidades. Ya tenemos el Arón Hakodesh, pero nos falta el Sefer Torah. Ya tenemos biblioteca, que poco a poco hemos ido enriqueciendo con libros de estudio. No todos tienen tefilín, pero nuestros programas de desarrollo hacia allí están enfocados. Nadie come alimentos prohibidos, pero por otro lado, ¿cómo exigirle o pedirle a uno de los más necesitados que coma carne Kasher, si aún la carne común es un lujo en su mesa?

Entonces, ¿cómo construir comunidad con un panorama de pobreza así? Las respuestas no las tuvimos a primera mano. Sólo puedo decir que HaKadosh Baruj Hu nos ha ayudado para seguir el camino que elegimos y hoy contamos con una bella sinagoga en el barrio Blanco de Cúcuta. 

En base a la experiencia en nuestra ciudad, ayudamos a fundar la comunidad Shaarei Berajá del Táchira en San Cristóbal, Venezuela, en donde hoy los guerim enseñamos Torah a sus miembros, incluidos los descendientes de la antigua y hoy desaparecida comunidad tradicional de San Cristóbal, quienes en su momento nos rechazaron.

También presido a nivel nacional la ACIC - Asociación de Comunidades Israelitas de Colombia, entidad que tiene el enorme reto de ayudar a  quienes en su despertar espiritual buscan abrazar la Torah haciéndose judíos, y de la que tenemos ubicadas 17 localidades en diferentes ciudades del país con más de dos mil  miembros.

Mirando en retrospectiva,  puedo afirmar que mi vida de judío me  ha colmado de retribuciones, que lo mejor que me ha podido pasar es haber encontrado la Toráh porque encontré el verdadero sentido a mi existencia, y que, si se me diera la oportunidad de repetir mi vida, pediría tener mi condición de judío desde el nacimiento.

Solo quiero relatar una anécdota para terminar. Desde hace 15 años vivo con un elevado diapasón de nivel espiritual. Un día en el que  me puse mis tefilin, fui el jazán en la tefilah, y preparé mi clase de la Parashá de la semana, salí eufórico a la estación de servicio a echar gasolina en mi carro. A lo que el bombero me pregunta "qué le pasa ingeniero, ¿acaso se ganó el Baloto? se ve usted muy contento" Solo atiné a decirle: "Mira, no te podría explicar, quizá no entenderías".