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Gorras y Boinas: Prejuicios y Redención

Por: Yaacov Amar Rothstein

He vuelto a Israel después de haber estado dos semanas recorriendo Italia. En este territorio han ocurrido eventos que trascendieron no solo al mundo, sino que también han tomado sustancial lugar en la historia del pueblo judío. Los romanos, la iglesia, el renacimiento, el fascismo, etc. Entre mis reflexiones de este viaje, uno de los tópicos que más me impactó fue el Ghetto judío de Venecia del siglo XVI. Es interesante el paralelismo que existe entre los judíos de la antigua Venecia y la realidad actual de nosotros los judíos a nivel internacional.

Las insignias discriminatorias que se nos obligó a usar para diferenciarnos por ser judíos no son una innovación de los nazis. Ya desde el siglo VII durante la época del califato se nos forzaba a usar prendas distintivas amarillas confiriéndonos así derechos y deberes "diferenciados" de los musulmanes. En el transcurso de la Edad Media este concepto se extendió a Europa, imponiendo sobre los judíos el porte de diversas marcas de vergüenza tales como cinturones, aros, parches de círculos o figuras, sombreros de cono, gorros y muchos otros tipos de prendas que denotaban la segregación1.

Aunque el color popular para identificar al judío europeo era el amarillo, en Venecia se eligió al sombrero rojo como su insignia distintiva. Los judíos de Venecia se dedicaron a la banca, al préstamo, la medicina, música, docencia y especialmente sobresalieron en el comercio. Esto dio a la comunidad prosperidad, aunque solo en el sentido económico, pues seguían limitados en lo religioso y demás aspectos estando confinados a la reprimida vida del Ghetto. Aun hoy se pueden visitar las calles del antiguo Ghetto de Venecia, las sinagogas, el viejo banco, un acogedor Beit Chabad, un museo y aún siguen en pie los mismos puentes que en las noches se levantaban para aislar al Ghetto del resto de islas venecianas.

El Ghetto era custodiado por altos muros y guardias que impedían la salida de judíos o infiltración de agresores. Para mi sorpresa, me explicaron que parte del salario que recibían estos guardias venía de la comunidad judía misma. Lastimosamente en Europa esto no ha cambiado, a raíz del antisemitismo vemos como nuestros hermanos en varios de los países en que residen requieren de la protección del ejército local tanto en colegios como sinagogas. Y aunque hoy no llevan una insignia, el hecho de llevar en la cabeza una kipá da motivo suficiente a los judeófobos para agredir.

Este Ghetto finalmente fue abolido tras las leyes de Napoleón del siglo XIX, leyes que trajeron equidad de derechos civiles. Su emancipación duró poco en Europa pues el fascismo del siguiente siglo condujo a la tragedia que todos conocemos. Me sorprende ver como en ciertos países de Europa estos valores de igualdad aún se mantienen flotando en la teoría, pues mientras hipócritamente critican a Israel de cerrar sus fronteras (por seguridad existencial), estos mismos específicos países europeos estas semanas han aplicado tajantes políticas segregativas contra los refugiados que buscan asilo2.

La historia no se repite, pero rima3. Hoy está presente el mismo demonio de la judeofobia medieval, pero este ha adoptado nuevo atuendo. Ya no es al judío individual al que desean hacer sucumbir, sino al judío de los países: al Estado de Israel. Tal como al judío medieval se le acusaba de usurero y se le obstaculizaba su profesión con las insignias discriminatorias, hoy la campaña del BDS intenta azotar todo producto israelí; aunque realmente malográndolo y causando más daño a los trabajadores palestinos en empresas israelíes4.

Del mismo modo en que los judíos de Venecia se esmeraron por superar la barrera del Ghetto valiéndose de su alto nivel intelectual, hoy Israel trabaja intensamente para romper las barreras impuestas por el boicot del BDS que busca aislarnos en los campos de la ciencia, tecnología, música, arte, en universidades, eventos internacionales, etc. Este mismo BDS que ha desenmascarado su judeofobia tras lo ocurrido en España con el cantante Matisyahu5.

Hoy, gracias a Dios y al trabajo de nuestros antepasados, tenemos un Estado en nuestra tierra ancestral. A pesar de los grandes y complejos retos en los diversos campos, vemos cómo Israel se mantiene como una de las mejores economías, creciente demografía, imparable desarrollo tecnológico y social, limpios estándares democráticos, y especialmente: tenemos posiblemente el ejército más ético nunca antes conocido por el hombre, el cual nos defiende día a día de las constantes amenazas. Gracias a la existencia del Estado de Israel el panorama del pueblo judío ha cambiado como no se había visto desde hace más de dos mil años.

El gorro rojo que nos forzaban a utilizar en Venecia lo hemos cambiado por la boina roja de las Fuerzas de Defensa de Israel; por la boina y uniforme del Tzahal. Y aunque poco ha mutado el prejuicio y estereotipo del judío evocado por Shakespeare en "El Mercader de Venecia", seguimos de pie, y seguimos de pie más fuertes que nunca.

Soy optimista en cuanto al futuro de nuestro pueblo siempre y cuando trabajemos duro por él. Debemos como nación apoyar a nuestro Estado, a nuestros soldados, a nuestra comunidad, a nuestros líderes, nuestros rabinos, a nuestros colegios reforzando la educación judía de nuestros niños y jóvenes, fortalecer nuestras tradiciones, respetar a nuestros ancianos, nuestra cultura, pulir nuestra ética día a día...

Así -y con ayuda de Hashem- no solamente que seguiremos de pie, sino que cumpliremos la profecía "Israel luz de las naciones". Amen.


Referencias:

1) "Badge", Jewish Encyclopedia, 1901

2) Christians welcome, Muslims keep out - more and more European countries are publicly adopting policies in favor of accepting christian refugees over Muslims: Ver aquí.

3) Frase atribuida a Mark Twain, autor norteamericano que describió a la tierra de Israel como un lugar sin vida y "bajo las cenizas", idea que increíblemente hoy vemos opuesta.

4) Hundreds of Palestinian workers from a factory could lose their jobs in the company's transition: Ver aquí

5) Columna de Marcos Peckel: Ver aquí