Imprímeme

Una celebración agridulce

Por: Marlene Himerlfarb

El día antes de Iom Hatzmaut en Israel suena la sirena (tzfirá) que conmemora a los caídos en las guerras. Esa sirena que hace poner la piel de gallina y paraliza a todo el país. Se detienen los carros en las autopistas, se detienen las labores que se están realizando, lo único que no se detiene es el tiempo que sigue contabilizando ese minuto que no es de silencio, es un minuto de tributo a esos héroes silenciosos que han caído en nombre de la patria. Al día siguiente sonó durante 2 minutos para añadir a esa triste conmemoración, las víctimas del 7 de octubre y de esta larga guerra que aún sigue afectando al país. Es una sirena diferente de la alarma (hadzaká) que nos anuncia que debemos resguardarnos en los refugios para protegernos de los misiles.

Entre alarmas y apagando incendios, tuvimos que celebrar el 77o aniversario de la independencia de Israel. Esa independencia que se celebró en 1.948 para celebrar que ya teníamos un país. Ese país que se materializó gracias a las ideas sionistas de Theodoro Hertzl, tan criticadas hoy en día, que lo único que pretendían, era crear un hogar nacional judío para que no pudieran expulsar más a los judíos de los países donde habitaban. Ese país que nos da derecho a seguir existiendo con una identidad propia. Es un aniversario más de creación que de independencia porque seguimos luchando por conservar este pedazo de tierra. Fue la independencia de los ingleses, pero estamos rodeados de vecinos, que no nos quieren quitar la tierra, sino desaparecernos. Nunca sabremos si también quieren la tierra después de que nos echen, porque mientras quede un judío vivo, existirá el estado de Israel, así que lo de echarnos es tan sólo un deseo perverso que ellos tienen en mente.

Después de ese día de conmemoraciones tristes, se rompe ese sentimiento con el festejo alegre de Iom Hatzmaut, el día de la independencia.

Pero este 77o aniversario está enmarcado por llamas de manos asesinas que quemaron miles de hectáreas de bosques, que se han sembrado a lo largo de los años. El KKL es una entidad que ha promovido durante años esta siembra con el apoyo de todos los judíos alrededor del mundo. Entre mis recuerdos infantiles, está la alcancía azul con blanco que había en cada salón del colegio y cada vez las campañas se hicieron más extensas, emitiendo certificados de árboles como un regalo ecológico que ha logrado la creación de muchos bosques emblemáticos en Israel.

Tristemente la naturaleza con unos vientos muy fuertes favoreció a esos insensatos que se atrevieron a destruirla provocando quemas intencionadas, con el único propósito de quemar, de destruir, que es lo que aprenden desde muy temprana edad. Y no sólo son los bosques de Israel. Es parte de la ecología mundial la que se afecta con este comportamiento salvaje.

Así fue como por precaución, se cancelaron las celebraciones por este día tan importante donde los israelíes se regocijan y celebran este gran día.

Fue una noche triste de apagar incendios y de reflexión.

Al día siguiente, se acostumbra a hacer asados en todos los parques y también en forma privada en las casas. Este año, esta costumbre quedó aplazada por tanto humo. Es el día de la esh, de los asados que no se pudieron degustar.

Sin embargo, ese viento fuerte que ayer ocasionó quemas forestales que fueron ayudadas por manos criminales, hace que sigan ondeando las banderas de Israel en casi todas partes, en contraste con las banderas palestinas que fueron puestas en la Torre inclinada de Pissa, quien sabe si con autorización del gobierno de la ciudad.

Pero, aunque estén felices porque impidieron la celebración en Israel, no pudieron callar con el humo esa diáspora que levantó su voz en medio de las llamas para aclamar: Am Israel Jai. Aquí estamos y aquí vamos a seguir, porque pueden ser tan valientes de quemar los bosques, pero no pueden apagar esa llama de judaísmo que vive en cada judío que recuerda.

P.D: Y se apagó el fuego, como en el cuento del cabrito en la Hagadá de Pesaj y siguió la vida. Estuvimos en el concierto del Park Hadaguim donde se celebró Iom Hatzmaut con un día de atraso, pero con mucha esperanza.