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Libertad y Pesaj frente al caribe

Por: Dora Glottman

Malka Perlman descubrió un nuevo sentido de libertad la noche del primer Seder de Pesaj frente al mar Caribe. “Ya habíamos terminado de cenar”, cuenta emocionada, “cuando de manera espontánea varias familias se pararon a cantar, bailar y celebrar la vida en una ciudad que casi todos visitaban por primera vez, Santa Marta, Colombia”. Perlman es la encargada de un programa llamado “Kosher by Malka” que este año trajo a 350 judíos a pasar Pesaj en el hotel Marriot en la capital del departamento de Magdalena. Lleva cuatro años dedicada a organizar estos eventos que han hecho que lleguen a nuestro país familias religiosas y conservadoras de ciudades tan lejanas como Tel Aviv, Londres, Chicago, Pittsburg, Nueva York, Miami, entre otras. Lo que para algunos suena insólito, no lo fue: Perlman logró ocupar la totalidad del hotel y lo cerró para el resto del público durante la Semana Santa católica, una de las temporadas más altas de turismo en Colombia y el mundo.  

Llevaba más de diez meses planeando minuciosamente el evento, en especial el primer Seder, que incluyó una mesa vacía en el centro para no olvidar a los secuestrados en Gaza y que fue celebrado por cuatro rabinos de diferentes corrientes religiosas cumpliendo los requisitos de “kashrut” de las mismas. Pero lo que sucedió al terminar la cena la tomó por sorpresa. “De repente más de la mitad del salón se paró a cantar como si estuviéramos en un matrimonio, pero a capela, cantando a todo pulmón y bailando con una energía poderosa. Fue muy emocionante, tanto así que se me acercó la esposa de uno de los rabinos y me dijo que, si no fuera porque estábamos en Santa Marta, ella creería que estaba por llegar el Mesías”. Malka se sumó al baile y fue en medio de mujeres sonrientes que entendió de una manera distinta el concepto de libertad. “Para mi fue una enseñanza, la del privilegio que tenemos hoy los judíos de vivir en libertad. Un ejemplo de eso es que yo pueda llamar al Marriot y decirles quiero llenar el hotel de judíos y que su respuesta sea “bienvenidos”.  

Si bien los encargados del Marriot tenían un concepto básico de lo que significa una cocina Kosher, Malka tuvo que explicarles lo que era Kosher para Pesaj. El operativo comenzó varios días antes, el hotel, que tiene tres cocinas y tres bares, los entregó impecables. Es decir, lavados con potente maquinaria, sin nada de grasa, incluyendo los ductos de aire, limpia de todo residuo, aspirados y desocupados de su vajilla habitual. Malka compró vajillas, ollas, utensilios de cocina y para garantizar tener lo necesario a tiempo, importó de Miami la matza y el vino. Después trajo a cuatro “mashgigim” o supervisores de “kashrut”. Ellos entraron con sopletes e hicieron su propia limpieza y proceso hasta que declararon el hotel Kosher para Pesaj. Uno de los logros de los que Malka se siente orgullosa fue el de haber logrado que la Unión Ortodoxa reconociera como Kosher la Coca Cola colombiana, lo cual le permitió que casi en su totalidad los alimentos fuesen nacionales. 

El tema alimenticio no era la única rareza que conocerían los empleados y encargados del hotel. Perlman instaló dos sinagogas, sefaradí y asquenazí, en dos suites del hotel. Los rollos de la Tora los trajo desde Cartagena y Barranquilla y fue creativa para asegurar los armarios especiales para cuidarlos como corresponde. En las habitaciones convertidas en templos, rezaron todas las mañanas y tardes y en los días sagrados recordaron la salida de Egipto y el milagro concedido a Moisés al abrir las aguas del Mar Rojo para llevar a los judíos hacia la libertad. Este grupo de judíos recordó su historia milenaria, con vista al Mar Caribe y con un sentido de libertad que les permite celebrar en cualquier lugar del mundo, este año en América Latina. Se podría decir que solo le faltó poner mezuzot en las 168 habitaciones del hotel, púes al estar al lado del mar, ya tenía mikve garantizada. 

Pero la tarea no consistía solo en ofrecerles a los huéspedes donde rezar y comer según las normas que dicta la religión, era igual de importante que se divirtieran. “Kosher by Malka” organizó paseos como al “Beach Club” del Parque Tayrona, donde brindaron con champagne kosher, montaron en catamarán, en “jet sky” y otras actividades acuáticas y turísticas para todas las edades. La promesa con la que llegaron hasta Santa Marta los padres de los más de 140 niños que asistieron, era que cuidarían de sus hijos durante todo el día para que ellos pudieran descansar, disfrutar en pareja y participar de las clases que ofrecieron para los adultos algunos de los rabinos y otros asistentes. Para eso fue contratado un pequeño ejército de adolescentes que hacen las veces de “madrijim” en kineret de Bogotá y que se hicieron responsables de los niños durante los once días que estuvieron en Colombia. 

Entre los encargados de los menores estaba Elan Touitou, quien viajó desde Bogotá con sus amigos para atender a los niños que venían de afuera. Desde que lo contrataron, le quedó claro que la prioridad para “Kosher by Malka” era que los niños pasaran felices de manera segura y que las actividades incluyeran algunas que los invitar a pensar, a preguntar, cómo lo indica la tradición judía en las ceremonias de Pesaj. A Elan lo marcó la experiencia de varias maneras, confiesa que se divirtió más de lo que imaginó y que estar entre judíos más religiosos que el le dejó una reflexión. “Nuestro pueblo es resiliente y es gracias a tradiciones como Pesaj que estamos como estamos. Somos libres, pero también somos alegres, amamos la vida, y es eso lo que queremos que aprendan las generaciones que nos siguen”.

Malka nació en Costa Rica y lleva once años viviendo en Colombia. La idea de organizar las vacaciones para Pesaj surgió como un deseo suyo de traer a su familia, algunos de ellos religiosos, a Colombia. “Quería verlos felices”, cuenta ella de esa primera experiencia en un hotel en Bogotá, “el hecho de ser religiosos no tiene por qué privarlos de experiencias divertidas y nuevas para ellos”. El éxito de sus vacaciones para familias religiosas fue corriendo de boca en boca y en el año 2024 hizo su primer Pesaj fuera de Bogotá. Ocupó 45 habitaciones en el Hotel Hilton de Cartagena y aunque aún siente el cansancio que le dejó la temporada en Santa Marta, ya está pensando en Pesaj 2026. Es cierto que para Malka organizar estos eventos es un trabajo de mucha responsabilidad que a la vez le deja una enorme satisfacción personal, pero es además una manera de cumplir con una de las “mitzvot” más importantes del judaísmo: la de ser una fuente de felicidad.