Imprímeme

Mujer, más allá de Nidá y Kashrut

Por: Rav Daniel Shmuels

Pueden pasar décadas de mi praxis rabínica y los diferentes Batei Din y comunidades no dejan de sorprenderme con sus Minjaguim particulares; obviamente, todos ellos muy respetables y bienvenidos para quedarse en esa posición por siempre. 

Por más de veinte años he estado instruyendo estudiantes en el proceso de conversión, muchos de ellos desde cero, otros a medio camino, con un proceso ya iniciado, y otros a punto de finalizar su proceso. En el caso de personas que ya han iniciado su proceso de estudio y a medio camino llegan a mí, me sorprende el sesgo de algunas comunidades que se usa para enseñar nuestro judaísmo, sesgo promovido y proporcionado por juntas religiosas y Batei Din de diferentes comunidades; particularmente, en el caso de mujeres que vivirán en comunidades ultra ortodoxas y ortodoxas cerradas (no necesariamente ultra ortodoxas sino sencillamente cerradas en tanto no permiten el ingreso de absolutamente nadie en ellas).

Partamos del punto que una conversión al judaísmo ortodoxo es eso; a saber, una conversión al judaísmo ortodoxo, mas no una conversión a la ultra ortodoxia ni al judaísmo ortodoxo cerrado, término que jamás he escuchado pero que resulta pertinente para la situación que pretendo exponer. El judaísmo ortodoxo nos ofrece muchas opciones de dónde escoger una praxis que se acomode a nuestro estilo de vida y a nuestros objetivos como judíos. Está el jasídismo, los haredí, los mitnagdim, el judaísmo moderno, el judaísmo abierto y lo que yo a título propio llamo el judaísmo ortodoxo tradicional. Todas estas vertientes del judaísmo son ortodoxas, todas ellas promueven el cumplimiento de la halajá al cien por ciento; entonces, ¿por qué sesgar el proceso de conversión de alguien a una sola opción y exclusivamente a la ultra ortodoxa?

He aquí la cuestión, el hecho que haya tantas vertientes de judaísmo significa que nuestra sagrada halajá contiene en sí misma varías opciones para una misma legislación. Es decir, la Halajá presenta un abanico de posibilidades entre Majmir (más estricta) y Meikel (menos estricta) en donde todas las demás opiniones que se encuentran entre esas dos opciones siguen siendo judaísmo ortodoxo.

Lamentablemente esta no es la posición del Gran Rabinato, ni de algunas comunidades y al parecer tampoco de muchos profesores. Al parecer, lo único que se le enseña a estos futuros judíos es la opinión más estricta o la versión de la costumbre particular de cada comunidad, como si la demás halajá o el resto de judaísmo estuviera pintado en la pared. Esto va más allá de un error garrafal por parte de los profesores, de esas comunidades y del Gran Rabinato para convertirse en una atrocidad sin sentido porque nuestro judaísmo es mucho más que sólo la opinión halájica más estricta o la costumbre particular de una opinión halájica. Literalmente, esto es para quedarse sin palabras.

Pero las atrocidades no se detienen ahí, no señor. Hasta lograría entender que de entrada lo que desean estas agrupaciones es asegurar el judaísmo ortodoxo más estricto, cosa que igualmente no considero apropiada pero cosa que tienen todo el derecho de hacer. Si bien existe la posibilidad que se le instruya al futuro judío en esas opiniones estrictas estudiando todos los fundamentos del judaísmo, me resulta incomprensible que estos grupos judíos, cuando se trata de una mujer, reduzcan dicha enseñanza a una exhaustiva explicación de Nidá y de Kashrut. Claro, bendiciones de velas y de comidas siempre son exigidas como requisitos, así como la unidad de la Torá oral y la escrita. Aquí varias preguntas; a saber, ¿dónde queda el lugar de la mujer judía como mujer? ¿Dónde queda el lugar intelectual de la mujer judía? ¿Es acaso la mujer sólo un objeto sexual de reproducción y de preparar comida? ¿Es que la mujer judía sólo debe repetir unas cuantas bendiciones y saber que la Torá oral y escrita son una para asumir su rol como mujer judía y como posible madre judía?

Debe haber muchas más preguntas que se me quedan en el tintero pero esas son las que más me dejan perplejo cuando me encuentro con semejantes situaciones. Es cierto que nada se puede hacer al respecto porque cada comunidad determina los lineamientos de una conversión, así como el Gran Rabinato arbitrariamente determina los Batei Din que aseguran un judaísmo puro, cosa que por cierto no existe por el simple hecho que nuestra halajá es adaptativa, pero eso es harina de otro costal. Lo que sí se puede hacer es que los profesores asuman su responsabilidad como profesores e instruyan a sus estudiantes apropiadamente en las diferentes opciones que presenta la halajá, sin diferenciar género. 

Muy probablemente caigo en la categoría de rabino liberal por considerar que tanto hombres como mujeres deben aprender exactamente lo mismo cuando de conversión se trata. Tal vez soy de la extrema izquierda porque creo en la igualdad de conocimiento y aprendizaje a nivel de género. Pero pensemos por un momento en el legado de Ezra HaSoifer, él nos introdujo la filogenia judía a nivel matrilineal, antes de él nuestro judaísmo era patrilineal. Entonces, ¿introdujo este concepto para que las mujeres judías sólo supieran de Nidá y de Kashrut o lo introdujo para que la mujer judía tuviera igual prevalencia dentro del núcleo familiar ya que es ella quien con su amor, devoción y cariño también debe instruir a los hijos dentro del judaísmo más allá de la Nidá y la Kashrut? Es más, ¿no lo pudo hacer para también sacar de las tinieblas a la mujer judía para que su judaísmo también fuera intelectual?

En primer análisis, Ezra buscaba asegurar el monoteísmo y desaparecer la idolatría de otros pueblos traída a hogares judíos por las mujeres foráneas; empero, si bien, tanto Nidá como Kashrut evidencian la existencia de un solo Dios, la existencia e instrucciones del único Dios del universo, Dios de Israel, y en base demuestran la existencia de un solo Dios, ellas sólo son un renglón dentro del amplio espectro que es nuestro judaísmo; más aún, nuestro monoteísmo va más allá de esas dos instancias. Entonces, ¿por qué relegar a la mujer judía sólo a esto? 

No tengo la respuesta para semejante atrocidad que hoy en día sigue persistiendo pero estoy seguro que la solución está en las manos de los profesores encargados de estos procesos. Está en sus manos no sólo enseñar la opinión más estricta o la costumbre de la comunidad sobre una opinión de la halajá. Es el deber de todo profesor enseñarle a sus estudiantes que la halajá presenta diferentes opiniones y que tal o cual opinión es la que su comunidad sigue por tal y cual motivo, sin importar si es hombre o mujer. Es el deber de todo profesor enseñar las bases fundamentales de todo nuestro judaísmo a sus estudiantes sin exclusión de género. Todos los judíos deben saber por igual su judaísmo sin diferencia de género ni de práctica. El hecho que Piluní no se vaya a dejar crecer los peyot y la barba no implica que su enseñanza no debe ser completa. La opción de asumir x o y camino es del estudiante más no del profesor. Está en la habilidad del profesor enseñar con cautela y precaución los temas que difieren en praxis de costumbre de una comunidad a otra sin destituir ninguna opinión porque resulta que todo eso es nuestro judaísmo y un judío nuevo debe sentirse en casa tanto en la China como en Colombia cuando va a una sinagoga o es invitado a una nueva comunidad en cualquier lugar del mundo.

Bien sea género o praxis, es nuestro deber como líderes religiosos y maestros enseñarles a nuestros correligionarios y estudiantes que el judaísmo ortodoxo abraza más que sólo la opinión más estricta donde la mujer no es más que un renglón en la halajá. Señoras y señores, hoy en día existen mujeres con ordenación rabínica, líderes religiosas, jueces en los aspectos que pueden ser jueces, ¿qué es eso que las mujeres están relegadas a la cocina y a la disciplina sexual? 

Espero que en un futuro no muy lejano nuestro judaísmo ortodoxo pueda dar el salto de entender, en todas sus ramas, que intelectualmente todos tenemos las mismas capacidades de aprendizaje y por ende las mismas responsabilidades de asegurar un judaísmo equitativo en oportunidades para todo el l pueblo, hombres, mujeres, practicantes y no practicantes.