Imprímeme

Respuesta al artículo “Punto de vista”

Por: Yaacov Amar Rothstein

Leí el artículo escrito por Alter Himelfarb en respuesta a mi artículo “Ishmael hace Teshuva”. Me emocioné a priori, ya que los judíos tenemos una milenaria tradición de debatir ideas. No obstante, después de leer su artículo, sinceramente no encontré casi contradicción entre lo planteado por el señor Himelfarb y lo que planteaba yo en mi texto. Considero que tanto su escrito, como el mío, tienen mucho en común.

Antes de explicarme, quisiera hacer algunas observaciones sobre el texto de Alter. Él escribe que el judaísmo no es una religión. Me parece que esa es una aclaración importante y lo invito a escuchar las diversas entrevistas que me han hecho en los medios sobre ese tema. Ahora, en vista de que los judíos somos un pueblo y no una religión, lo que Israel realmente hacemos es paz con otros pueblos, mas no podemos afirmar que hacemos “paz con religiones” puesto a que hay asimetrías sustanciales entre “pueblos” y “religiones”. Sin embargo, la religión es el factor predominante en el conflicto árabe-israelí. Por eso considero que si seguimos ignorando los argumentos teológicos del islam, vamos a seguir atascados otro siglo en el conflicto.

Alter comienza su responsa explicando que el “islamismo” no tiene nada en común con el judaísmo. Aquí quiero aclarar que el “islamismo” no es lo mismo que el islam. El término islamismo hace referencia a fundamentalismo islámico con proyección en la política. Concuerdo con Alter en que eventualmente nunca se podría hacer paz con fundamentalistas, pero mi texto en esencia no habla de hacer paz con “el islamismo”. De hecho, mi texto tampoco habla de hacer paz con el islam como religión, sino que propone hallar la raíz teológica que compartimos judíos y árabes como pueblos.

Otra observación -que de hecho me pareció un tanto confusa- es cuando Himelfarb dice que “no hay absolutamente nada en común entre el judaísmo y el islam”, pero en seguida él mismo nos escribe toda una lista de ejemplos que muestran explícitamente como sí hay cosas en común entre judaísmo e islam. Alter mismo llama al islam “plagio”, eso significa que el islam necesariamente sí tiene raíz en lo judío; de lo contrario no sería un plagio sino una nueva obra desde cero. Por eso, afirmar que hay una diferencia “absoluta” entre lo plagiado y lo original, dentro de un pensamiento lógico, es un oxímoron.

Aquí amerita recalcar que el mismísimo Corán cuenta (unas 11 veces) que al principio de la carrera de Mahoma habían personas en Meca que se burlaban de él. Estos burlones decían que todos sus sermones eran simplemente “asatir alawalin” (en árabe: las historias de los antiguos). Lo decían porque Mahoma constantemente contaba las historias sobre Adam, Noaj, Abraham, Itzhak, Israel, Moshé, etc. las cuales eran historias conocidas gracias al Pueblo Judío. Es decir, que nuevamente nos topamos con que la raíz del islam brota de ideas de la Tora. Eventualmente tenemos características teológicas en común.

Alter menciona en su texto que los líderes de Israel como Menajem Begin z”l cometieron el error de no haber exigido un reconocimiento de soberanía territorial a los líderes árabes cada vez que se hizo acuerdos con Israel. Esta es una afirmación fácil de hacer cuando uno no está en los zapatos de Begin, pero es una demanda irreal y que choca con teología islámica. Existe un concepto en el islam llamado “Dar al-islam” el cuál es una categorización religiosa de territorios. De acuerdo al Fiqh (jurisprudencia islámica), territorios como Eretz Israel no le pueden pertenecer a los no-musulmanes porque se consideran Dar al-islam. Por ende, la creación del Estado de Israel es visto como un pecado contra el islam. No podemos simplemente hablar de “intereses geopolíticos” ignorando la religión dominante en el Medio Oriente.

Debemos comprender que el conflicto de Israel no esencialmente territorial. Este más bien es un conflicto de base religiosa en el cual el territorio es simplemente la excusa en donde se proyecta la religión. Volvamos a Menajem Begin: ¿Cómo fue que Israel logró hacer paz con Egipto? No hay duda de que fue por el interés económico que Anwar el-Sadat, presidente de Egipto de ese entonces, se motivó a visitar Jerusalem en 1977 para discutir sobre un acuerdo de paz. Pero Sadat no firmó el acuerdo con Israel sino hasta que los sabios de Al-Azhar (la escuela de islam sunní más prestigiosa del mundo) le dieron el visto bueno a Sadat. Los líderes religiosos de Egipto emitieron una fatwa en la cual se le permitía al gobierno egipcio firmar un acuerdo con los sionistas, solo así fue que Anwar el-Sadat logró tener la autorización teológica para hacer paz con el Estado de Israel. Nuevamente, vemos que la religión impera a pesar del interés político.

En mi artículo mencioné que, como nación judía, debemos aprovechar cada circunstancia en la que se puede dar un potencial de cambio en las teologías del mundo. Del mismo modo en que el islam logró popularizarse en el siglo VII debido a que encontró un factor común entre las tribus árabes, considero que nosotros como nación hebrea también debemos procurar comprender la naturaleza cultural y teológica del mundo árabe. Solo así es como hablaremos el mismo leguaje existencial con los hijos de Ishmael. 

Para concluir, Alter cierra su texto escribiendo que “Ismael jamás hará teshuva”. No obstante, quiero citar lo que está escrito en Génesis 25:9, dice la Tora: “Y (a Abraham) lo enterraron Itzhak e Ishmael sus hijos”. Nos enseña el Talmud que de ese versículo aprendemos sobre que Ishmael hace teshuva (Baba Batra pág. 16). Es decir, que la reconciliación entre estos dos hermanos -pueblos- es producto de la comprensión que Itzhak es previo a Ismael en cuanto a la raíz abrahámica que ambos comparten (Midrash Agada Br.25:9:1). Beezrat Hashem nosotros también tomemos parte en estos procesos histórico de paz que estamos presenciando y así le heredaremos a Am Israel un legado de tranquilidad en nuestra tierra ancestral. Nunca podremos perder la emunah de que habrá paz sincera en Sión, amén.

ואדבריה ישמעאל ליצחק מקמיה (ברנו בחיי על בראשית כה:ט)